Pregón navideño

25 diciembre 2010

Como no pretendo enrollarme tanto como nuestra Majestad en su típico sermón navideño, solo os deseo que paséis estas fiestas lo mejor posible y en compañía de las personas más cercanas.

Un fuerte abrazo y… ¡Felices Fiestas!

 


Buen día de caza entre podenqueros

15 diciembre 2010

Se remontaban meses atrás las invitaciones a campear, a salir de caza, pero hasta el miércoles pasado no tuve el placer de disfrutar una de las invitaciones que mi amigo, José Mariscal, me hacía cada vez que hablábamos vía telefónica.

Con mi padre y mis dos perros a cuestas, puse rumbo hacia el coto de José, limítrofe con Madrid, pero perteneciente a Guadalajara. La mañana prometía, y estaba seguro de que alguna pieza nos haría frente.

Al llegar, tanto mi amigo, como su compañero de caza, Toño, nos estaban esperando. Llegábamos unos minutos tarde. Tras los saludos pertinentes, yo me monté en el coche de José y partimos hacia su coto. Mi padre, nos seguía detrás con nuestro coche.

¡Qué buena pinta tenía el terreno! Yo ya lo conocía, era el mismo coto que cacé hace poco, dónde solté las codornices para que los cachorros espabilasen. Sé que había conejo, ya que cuando estuve, los perros no hacían otra cosa que irse tras ellos.

No tardaron en montar las escopetas, sacar  los perros y empezar a cazar. Pero menos aún tardaron las primeras piezas en dar la cara, un bando de perdices que Toño tiró algo lejos. Como buenos cazadores, comenzaron a acelerar el ritmo, ya que la mañana se había decantado por la pluma, al tener la suerte de sacarlas tan pronto. En el vaivén de la caza, Toño tuvo un percance, cayéndose encima de la escopeta y clavando el cañón de esta en el barro. Decidimos irnos hacia el coche, limpiar la escopeta y tomar el almuerzo.

Sin demorarnos mucho, pensamos en dar otra vuelta, esta vez,  algo más conejera pero sin perder a las perdices de vista. Los perros consiguieron mover algún que otro conejo, sobre todo, la perra veterana de José, Taracena, que volcó un conejo desde una ladera a otra, y que algunos perros aprovecharon para pegarle una carrera.

Nos estábamos decantando por los conejos, cuándo dos perdices dieron la cara, y el compañero de José pudo abatir una de ellas. Por fin, y tras cinco vuelos, se dejaban ver. José y yo, subimos la ladera para irnos definitivamente a por los conejos, cuando Romerales, el perro más experimentado de Toño salió tras un rastro, éste lo siguió y consiguió abatir la segunda perdiz.

Continuamos la mañana de forma menos acelerada, que es como se debe cazar el conejo, dejando trabajar a los perros. Se iban moviendo algunos, pero en un terreno tan duro como aquel, no había posibilidad de tirarlos.

Espeluznante, es el calificativo que se merece el lance que protagonizó la cachorra de seis meses, de nombre Fauna, al sacar un faisán de un chaparro. Poco le faltó para sucumbir ante la dentellada de la perra. ¡Qué bonito! ¡Cómo me gustó la perra!

Poco después, se abatió un conejo, que según narra mi padre, fue un lance precioso, pena no tener el placer de poder degustarlo. Toño, nos tuvo que dejar a media mañana, ya que tenía que trabajar, pero nosotros continuamos cazando en los barrancos, y, aunque no tuvimos suerte, disfrutamos con el trabajo de los perros.

Fue una mañana estupenda, y aunque hubo algún percance con mi perra, pudimos disfrutar del buen día de caza entre amigos, que esperemos, pronto podamos repetir. Las perras de José, me encantaron, sobre todo la cachorrita de talla chica que a pesar de ser la más pequeñaja, tiene más genio que ninguna.  ¡Gracias por el día que pasamos!

 


VIDA: CRIATURAS DE LAS PROFUNDIDADES

8 diciembre 2010

¡Frío, Frío y más frío!

5 diciembre 2010

Ayer tuve la gran suerte de ser invitado a un coto de Toledo, por supuesto, a cazar. Este, formado por monte bajo de romero, esparteras y sobre todo, decorado por grandes piedras en la que subirse para ver el trabajo de los perros, es uno de los terrenos en los que más me gusta cazar, ya que, además de tener conejos puedes disfrutar observando a tus canes.

Tras recibir la invitación, tuve que prepararme corriendo, ya que fue una cosa esporádica. Ni diez minutos tarde en vestirme, coger todos los bártulos y bajar. Tras una hora de viaje, llegamos al cazadero. Cuál fue mi sorpresa al sacar la escopeta de la funda, cuándo observo que tenía puesto el candado de gatillo con el que la protejo en casa, además de tenerla desmontada, por supuesto. ¡Vaya cara de tonto se me quedó, inaudita!

Como ya no se podía hacer nada, cogí las riendas de morralero,  como las temporadas pasadas. Iba disfrutando del trabajo de los perros, en su gran mayoría cachorros, que iban y venían. Poco tiempo después de salir, los perros se internan en una coscoja, y por la punta contraria salé un conejo, que con un segundo disparo consiguió abatir mi amigo. Los perros, un poco perdidos, tardan en cobrarlo, pero al final, dan con él.

Continuó la tarde entre frío, aire y nieve, pero estábamos echando una buena jornada de caza en tierras toledanas, acompañados por el buen hacer de los perros, no nos podíamos quejar. Llevé yo, la mitad de la jornada la escopeta, sin más suerte que el poder ver un conejo a lo lejos, muy lejos. Y una vez le di la escopeta a mi compañero, para atarme los cordones, empezaron a pasar palomas, pero como ya era tarde, y quedaba una buena caminata hasta el coche, tuvimos que irnos, ya que se nos hacía de noche.

La verdad, es que echamos un buen rato de caza, en el que disfrutamos bastante. Si bien es cierto, que las condiciones ambientales no eran las mejores, aguantamos y pudimos disfrutar. Agradecer desde aquí la invitación, aunque el error mío fue grande.